por Marta González | Feb 2, 2016 | Infanto-Juvenil
Hay muchas formas de violencia que excluimos de nuestra noción de crimen porque afectan a los niños, por ejemplo las agresiones entre hermanos o entre iguales. No solemos considerar estas agresiones como crímenes, ni siquiera creemos que sean demasiado traumáticas. El National Family Violence Survey estimó que, anualmente, la mitad de todos los niños de Estados Unidos padecían serias agresiones a manos de sus hermanos. Otro estudio realizado por Finkelhor y Dziuba-Leatherman (1994), puso de manifiesto que uno de cada cinco niños, de una muestra de 2000, había sido agredido por un igual. Gran parte de estas agresiones se pasan por alto al considerarlas cosas de hermanos/niños. La violencia entre iguales tiene lugar todos los días en las escuelas (incluso dentro del propio hogar entre iguales). Unas veces sin reacción alguna, otras, con la intervención de los adultos, que actúan para interrumpir la pelea y, quizás, dar una reprimenda a los agresores. No hay motivo alguno para pensar que las víctimas infantiles de estas agresiones padecen menos humillaciones, heridas, violaciones o traumas psicológicos que los adultos. De hecho, hay motivos para pensar que la afectación es aún mayor. El fenómeno del bullying escolar, reiteradas acciones negativas dirigidas a un niño en concreto por parte de uno o más estudiantes, no se puede entender completamente si no tenemos en consideración el contexto. Aunque esto no significa que no exista un clara responsabilidad moral en el agresor, no deben ignorarse las características personales de la víctima y su sufrimiento. En el ámbito escolar hay que asumir que la agresividad injustificada y prolongada en el...
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