por Jorge López | Oct 23, 2016 | Neuropsicologia Clínica
Introducción El interés por conocer los cambios cognitivos durante el envejecimiento es un hecho que se remonta a los años sesenta del pasado siglo. Kral (1962), haciendo referencia a la memoria, señalaba que existían dos formas de envejecimiento, con diferencias en su manifestación (Olvido Senescente Benigno y Maligno, respectivamente) y pronóstico. Desde aquel momento llegarían sucesivos intentos por discernir, desde un punto de vista cognitivo, las manifestaciones patológicas y no patológicas del envejecimiento. Por ejemplo, siguiendo con la memoria como función cognitiva predilecta, le siguieron conceptos como Deterioro de la Memoria Asociado a la Edad (Crook et al., 1986), Deterioro de la Memoria Consistente con la Edad (Blackford y La Rue, 1989) u Olvido de la Senectud o de la Vejez (Derousesne et al., 1994). En los años noventa se da un cambio. Se amplía el foco de atención a otros aspectos cognitivos más allá de la memoria. De esta forma, aparece el concepto Deterioro Cognitivo Asociado a la Edad (Levy, 1994), término apoyado internacionalmente tanto por la Asociación Internacional de Psicogeriatría como por la Organización Mundial de la Salud. En 1998, la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE) incorpora el concepto de Pérdida Cognitiva Leve y en 2005 el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales añade el Trastorno Neurocognoscitivo Leve. En la última versión del DSM (DSM-5, 2013) existen dos categorías diagnósticas: Trastorno Neurocognitivo Mayor y Menor, respectivamente. A excepción del Olvido Senescente Maligno y del Trastorno Neurocognitivo Mayor y Menor, el resto de categorías señaladas pertenecen a cuadros de deterioro cognitivo menor. Estos cuadros son representaciones del envejecimiento cognitivo normal. Además, entre las dos condiciones...
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